lunes, 1 de noviembre de 2010

La Muerte es Gorila. O de cómo la Muerte de Kirchner no es lo mismo que la de Rodrigo.

La Muerte es gorila y mediática. Miro al lado y atrás para reconstruir en la memoria los comentarios y los intercambios inevitables ante la noticia. Todos queremos saber que piensa el otro, como reacciona ante la pregunta, si se alegra o se entristece. Unos días después, cuando ha bajado el entusiasmo por comunicarse con cualquiera, han quedado retumbando los chistes y de las expresiones de alivio en un taxi, en un almacén, en el laburo, en el chat, en cualquier lado. Los alegres se manifiestan jocosos e inundan de ingeniosos comentarios la red y la calle.

Párrafo a parte para las chicanas a un amigo kirchnerista. En realidad el objeto de burla es el amigo y no el político muerto. El chicaneo, bien mirado, puede ser un buen gesto de amistad y de reconocimiento. Distintos son los comentarios impersonales, burlones, ofensivos que empezaron a volar por el aire apenas trascendió la noticia.

Aparecieron alegres de muchos colores; muchas tonalidades de alegres. Imposible meter todos en la misma bolsa. No todos encuentran motivaciones políticas para su alegría ni ven en la muerte de Kirchner un mejor futuro para la nación. Si así fuera, esa alegría guardaría algo de digna generosidad, de trascendencia: la muerte de un hombre, desde una perspectiva utilitarista, puede traer el beneficio de muchos hombres y mujeres. Sin embargo, los alegres a los que me refieron no tienen tanto estilo.

Dejemos de lado, a las tías que siguen a Mirtha y a Susana. Ya las perdimos hace mucho tiempo . Su alegría es un acto reflejo de una conciencia agonizante.

Obviemos también a los que tienen verdaderos motivos para descorchar. Las acciones del grupo Clarín subieron ese mismo día el 36% en la bolsa de Londres… que decir… Por eso, mejor dejemos a los alegres de los partidos, agrupaciones, federaciones, sociedades y medios opositores que verdaderamente se topan con una tregua y revitalizan sus expectativas. Ese tipo de alegres encuentran su justificación en fines prácticos inmediatos. Está bien que así sea. Que disfruten.

Por sobre estos grupos de alegres asoma la gran masa twittera o facebookera que bardea y festeja. La de los bocinazos en algunos barrios elegantes o el compañero de laburo que justo cuando el horno psicológico no está para bollos en la mañana del jueves, tira una frase festiva invitándote a celebrar juntos con una sonrisa. Y uno no puede menos que preguntarse porqué estando tan alejados de los beneficios económicos y políticos que se caen de la mortaja de Kirchner tanto gil se ha visto embargado por una alegría reconfortante. ¿Por qué los que han padecido el menemismo y la crisis del 2001 no sienten temor o preocupación —resignemos la tristeza— por la muerte de quien permitió a fuerza de una actividad política incesante, intensa y dramática modificar la situación en un corto plazo? Esa es la pregunta…

Erróneo es pensar que esta clase de alegres tienen consideraciones políticas claras que se oponen a los lineamientos que marcaba Kirchner. No tiene que ver con eso. Es algo más complejo y más estructural: tiene que ver con la mediatización de Kirchner y lo incómodo que nos sentimos cuando nos interpelan desde los medios, fuente casi exclusiva de entretenimiento e información.

Y es que los mismos comentarios que suscitaba Ricardo Fort o Graciela Alfano eran escuchados para referirse a Kirchner. Cualquiera de esos personajes que saturan las pantallas y la opinión pública a tal punto que es difícil escaparse de las mórbidas tramas en las que se desenvuelven sus actuaciones era intercambiable con Kirchner en el transcurso de la vida diaria de una gran mayoría.

Si digo que no había forma de atravesar los medios y los noticieros sin que se polemice alrededor de su figura ¿Hablo de Fort o de Kirchner?

Hordas de personajes discutiéndolo, definiéndolo, descalificándolo, defendiéndolo, pensándolo en vos alta. Horas y horas de televisión discutiendo a la figura de Néstor Kirchner que, a pesar de no ser alguien que asistiera asiduamente a los estudios de televisión, era el protagonista de todos los programas y de todos los noticieros. Era como Fort. Ríos de Tinta sobre Kirchner. Diarios, suplementos, columnas, artículos… día tras día, domingo tras domingo, publicación tras publicación. Uno se levantaba escuchando de Kirchner en la radio y se acostaba escuchando de Kirchner en la radio.

Kirchner copó los medios pero no como lo había hecho Menem, con frivolidad y carisma, lo hizo interpelando y polemizando: haciendo política. Y eso es un bocado difícil de tragar para una sociedad que sólo busca entretenimiento y distensión en las voces , las imágenes y las letras de los medios. En la pantalla del tele Kirchner, desde el 2008, estorbaba. Contaminaba la frivolidad con conflicto, polémica y la bendita “crispación”. Había que estar pensando todo el tiempo, posicionándose constantemente: cuando no había que discutir sobre los militares había que discutir sobre los gays, cuando no había que discutir sobre los gays había que discutir sobre las ganancias de los productores rurales, cuando no se discutía sobre eso se discutía sobre los medios y sobre la información y siempre, pero siempre, sobre como manejar la guita en este país. Ya no había donde frivolizarse un poco. Todo el tiempo discutiendo, haciendo que la sociedad discuta. Padres enfrentados a los hijos, compañeros enfrentados entre sí, periodistas enfrentados a otros periodistas… todos discutiendo. Ufff…. Que hartazgo. Si los periodistas “progres” estaban hartos de la dictadura que esperar de millones cuyo trabajo no consiste en interesarte por la actualidad nacional.

En medio de este bombardeo al que no estamos acostumbrados, queda en carne viva ese proceso irritante y se pierde en la conciencia colectiva las consecuencias: sólo queda en la superficie lo tortuoso del camino para conseguirlas. Todos han sido hechos polémicos que llevan a discutir, a confrontar: descolgar los cuadros de los milicos en la ESMA, meterse con las corporaciones periodísticas, sacar la ley de matrimonio igualitario , renovar la corte impresentable. Los alegres omiten los resultados de tanta discusión. No ven una sociedad con menos miedo a hacer política, no ven una sociedad que nunca más va a leer los diarios de la misma manera, no ven una sociedad menos homofóbica, y una sociedad con mejor sistema judicial. No ven a alguien que asumió con menos porcentaje de votos que de desocupación y hoy deja un proyecto de ley de participación de ganancias. No ven la diferencia entre Menéndez en los palcos oficiales del gobierno de Mestre y Menendez en juicio. No lo ven, quieren estar tranquilos y que no haya tanta “crispación”.

Esta última clase de alegres son la mayoría. Confunden la muerte de Kirchner con la muerte de Rodrigo. Suponen un alivio mediático de lo que ya los tenía cansado. Los noticieros volverán a pasar videítos de de Youtube para llenar espacio. Un presidente volverá a conducir un programa de televisión cuando el conductor esté enfermo. Las cuestiones políticas se volverán a discutir en despachos de la casa de gobierno y no de cara a la sociedad en los mismos medios o en actos públicos. Ya no tendremos que pensar, ya no tendremos que discutir de todo. Ya me tenía cansado ese tipo. Que bueno que se murió. Que alegría.

Pero esta clase de alegres, al pasar dos días, también se cansan del velorio de Kirchner. Se hartan de que se siga hablando de él. La cobertura mediática no se distingue de la de Romina Yan y, si uno lo piensa en términos mediáticos, tienen razón. Horas y horas escuchando improvisar a los relatores periodísticos de la muerte a uno lo cansa. Entonces estos alegres ya se fastidian un poco y no ven la hora de que termine el velorio para volver a la cotidianeidad. Que lo metan debajo de la tierra para que los medios larguen “ese tema”. “Hay que dar vuelta la hoja” leo en un Twitter, “tampoco da para andar hablando tres o cuatro días sobre ese tipo”.

Y yo pienso… ¿ Habrán visto las plazas estos días? ¿Habrán visto la cantidad de jóvenes, ausentes de las manifestaciones públicas en apoyo a dirigentes durante años? ¿ Habrán escuchado las comparaciones entre Kirchner y Perón que hacían los viejos y las viejas pobres? Los que han sido pobres en aquella época y en ésta tirando los dos nombres sin ningún prurito, omitiendo la historia (¿o la historia los omitió?) transcurrida en el medio. ¿Vieron las familias enteras… rubiecitas… — gente como uno, viste?— Miles y miles de clase media que el mito ubica fuera del peronismo. ¿Vieron la variedad de trayectorias? No es cierto lo que dicen este tipo de alegres de que los que no son partidarios se quedaron en sus casas. Estaba lleno, pero lleno de ciudadanos no militantes. Ni los medios más opositores se atrevieron a decir que había sido un velorio partidario. No daba, realmente, no daba. Diez minutos de imágenes refuta cualquier afirmación al respecto. ¿Habrán visto la cantidad de artistas que van desde un Federico Luppi hasta un Calamaro poniendo la cara, el cuerpo y su reputación en los medios? Y no sólo para dar las condolencias, sino para decir que están tristes porque se murió un político que era mejor que los otros y que estaban preocupados por el futuro del país.

Es fuerte lo que pasó y lo que pasa….Quienes se alegren porque suponen que ha concluido una época de tensiones sociales que no toleran, no saben que están siendo llamados a ser parte de una democracia más intensa. Quienes se apuren a dar vuelta la página, como si fuera una muerte mediática que ocupa horas de televisión un par de días y pasan a otras cosa, no entienden lo que ha ocurrido acá en estos días, pero sobre todo, no entienden lo que ha ocurrido acá en estos años.