domingo, 5 de diciembre de 2010

"Lolita"

Tengo una para contar.

Predisponiéndome a afrontar la siesta en mi casa de Arroyito, veo que empieza Lolita. No hay nada mejor que tirarse en las siestas de verano a ver buenas películas por cable bajo un ventilador. En eso viene mi hermanita de 6 años, se tira al lado mío y me pregunta que estoy viendo. “Una película”, le digo. “Ah”...

Dudé si cambiar o no porque el sentido común dicta que no es una película para que vea una chica de 6 años, pero, por otro lado, objeté que no hay nada al principio de la película que pueda afectar la sensibilidad de una niña de esa edad. No va a entender nada. ¿Qué sabe una niña de conflictos morales? ¿Qué bagaje conceptual tiene a esa edad para entender el planteo erótico tan sutil de una película como esa?

Mientras deliberaba, aparece en pantalla la escena donde el protagonista ve por primera vez a Lolita. Ella tirada en el pasto con los rociadores del jardín mojando su vestidito. Entonces mi hermana, que había permanecido en silencio, hizo una pregunta. Mejor dicho, hizo la pregunta: “¿es grande o chiquita esa nena?”. Ja! Pavada de pregunta.

Cinematográficamente la escena es perfecta. Toda la tensión, todo el dilema moral estaba en esa imagen: el cuerpo, el vestidito, los rociadores. Ella moviendo sus piecitos de niña sobre su figura de mujer. Hasta una nena de 6 años se daba cuenta.No es algo conceptual, es algo visual, físico, como la imagen de un árbol o de un río.

Le iba a decir que cuando sea grande va a entender, pero me percaté de que ya había entendido. “Ni una cosa, ni la otra” le dije y cambié de canal; puse un programa donde entrevistaban a un economista. Mi hermanita se levantó y se fue y yo volví a poner la película. La vi de punta a punta.

La pregunta está ahí, tan evidente, tan concreta, tan al alcance de todos. La respuesta es imposible.

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